Si pudiese volver hacia atrás no elegiría ni este sitio ni este lugar. La distancia nos está enfriando, cada día te noto más y más lejos. Me haces imaginar, volver a soñar, llenarme de ilusión, pero regresas para luego volver a desaparecer, volver a alejarte de mi realidad.
A veces tengo la sensación de que no es eso lo que falla, que es otra la razón. Y me pongo a pensar, ¿qué falla, eres tú o soy yo? Y me pongo a darle vueltas a la cabeza intentando buscar una solución, porque me niego a romper algo que nunca existió. Puede tal vez que lo que necesitemos es lo único que no tenemos, tiempo. Va ser cierto eso de que la felicidad no se compra con dinero, porque lo único que me haría feliz en estos momentos, sería eso, tener tiempo y no se puede comprar. El tiempo es algo que se va, pero nunca regresa, algo que no se puede manipular, pese a que se pueda controlar. Cuantas veces nos hubiese gustado poder retroceder cuando nos arrepentíamos de algo, o acelerarlo para que llegasen esos momentos tan esperados. O también pararlo por unas horas, días o meses para poder disfrutar eternamente de ese momento.
Si tuviésemos tiempo, todo sería diferente, nos quedaría toda la vida por delante, para hablar, discutir, reírnos el uno del otro, reírnos juntos, disfrutar, jugar, amarnos, bailar, mirarnos, besarnos, acariciarnos, tendríamos tiempo para compartir, para vivir, para no hacer nada.
Pero de nuevo me toca aterrizar a mi realidad, dejar de soñar y darme cuenta de que por mucho que lo desee nunca dispondré de ese tiempo que tanto añoro.
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