jueves, 6 de octubre de 2011

Hace un día frío, suena la sirena en el exterior que irrumpe la clase. Es uno de esos días en los que no sabes que hacer, tienes ganas de pasarte todo el día en la cama y salir de ella sólo para comer. En los que lo único que te apetece es meterte debajo de una cálida manta mientras escuchas música y piensas acerca de cosas que rondan tu cabeza. 
Días en los que lo único que te hace feliz es poder tomarte una taza caliente de chocolate espeso y seguir durmiendo. 
Notas que por mucho que descanses, tu cuerpo sigue cansado, tus parpados se cierran solos cuando notas tu cuarto en calma, en silencio. Las persianas están bajadas del todo y te encuentras en medio de la oscuridad. Oyes como las gotas golpean contra ellas y eso te relaja. Lo único que se oye es tu respiración y poco a poco vas cayendo en un profundo sueño. 

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